La mala nutrición es un gran problema en Senegal, un país con regiones donde solo el 50% de los niños en edad escolar tienen acceso a la educación y donde las aulas suelen estar abarrotadas con hasta 80 estudiantes por clase debido al número limitado de estructuras.
Hoy en día, el Liceo de Kelle que acoge a 800 estudiantes que se desplazan desde las 42 aldeas circundantes, proporciona una base educativa fundamental para los niños de comunidades desfavorecidas, dándoles la oportunidad de un futuro mucho más brillante. Buscamos elevar la calidad de la educación en la comunidad para desarrollar estudiantes alfabetizados, respetuosos, comunicativos y multilingües que estén bien preparados para tener un impacto positivo en el futuro.
Nuestros proyectos educativos comienzan con el entendimiento de que cada niño merece estar sano, seguro, comprometido y apoyado para alcanzar su potencial. Con esto como base de todo lo que hacemos, nos aseguramos de que prepararemos a estos jóvenes para que sean personas capaces de afrontar de manera constructiva los desafíos del futuro.
El entorno escolar es un escenario donde se establecen muchas normas y hábitos alimentarios que pueden afectar al individuo a lo largo de su vida futura.
Para las familias pobres que pueden tener dificultades para poner comida en la mesa todos los días, asegurarse de que la escuela cubra al menos la comida del mediodía supone una gran diferencia, ya que a menudo son las únicas comidas regulares y nutritivas que reciben.
Más allá del impacto en la salud a través de una dieta regular y equilibrada, también sirve para animar a los estudiantes a asistir a la escuela con regularidad, aumentando así la asistencia escolar.
La creencia de KELLESENSA siempre ha sido que si les damos a los niños acceso a la salud y la educación, construiremos las futuras generaciones de médicos, científicos, hombres y mujeres de negocios. Por ello, somos conscientes de la importancia y el impacto que puede suponer la implantación de un comedor escolar en el Liceo de Kelle (Senegal) para aproximadamente 800 alumnos de educación secundaria.
En una primera fase, proporcionaremos a los estudiantes un entorno limpio y acogedor en el que comer. Será un lugar en el que poder refugiarse del calor sofocante del exterior, libre de arena e insectos, un lugar en el que poder descansar y conversar.
En una segunda fase, y ya dentro de un proyecto mucho más complejo, estudiaremos la viabilidad de un comedor escolar que proporcione las comidas escolares ya que consideramos que los comedores escolares ayudan a fomentar un deseo real de ir a la escuela y mejoran el rendimiento académico de todos los estudiantes, especialmente de aquellos que viajan mayores distancias.
Este comedor se centrará en el origen de la comida. Se crearán huertos escolares y se impulsará la educación agrícola para mostrarles a los estudiantes cómo cultivar alimentos nutritivos, así como cocinarlos, compartirlos y disfrutarlos a la hora de comer.
El impacto de los huertos escolares en el bienestar nutricional y académico de los niños es significativo: los estudios muestran que en las escuelas que brindan educación práctica frecuente, los estudiantes comen el triple de frutas y verduras durante el almuerzo que los estudiantes que no tienen oportunidades de aprender a comer. El aprendizaje basado en el jardín también se asocia con un rendimiento académico consistentemente más alto no solo en ciencias, sino también en matemáticas y lenguaje.
Este proyecto enlazará directamente con otro que tenemos en marcha, la cooperativa de cereales y que podría producir localmente los cereales para abastecer el comedor.
Este comedor también ayudará a impulsar la economía local, contratar y capacitar a un número de cocineros y fortalecer la participación de la comunidad y los padres en la gestión escolar.